ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA ÉPOCA CLÁSICA

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(Post pensado como recurso didáctico para el aprendizaje de Historia en la ESO)

Sociedad

En la sociedad griega no puede hablarse de “clase” social, pues este término solo puede aplicarse a las sociedades industriales, a partir del s. XVIII d.C. Además, en el caso de Grecia, tanto los hombres libres como los esclavos trabajaban codo con codo en las mismas actividades. Solo se diferenciaban en que el libre trabajaba para conseguir un beneficio para él mismo mientras que el esclavo trabajaba para que su dueño se quedase con parte de los beneficios.

La sociedad griega quedará entonces dividida en 3 grupos jurídicos: ciudadanos, no ciudadanos y esclavos.

Ciudadanos

El ciudadano nacía, no se hacía. O dicho de otro modo, una persona era ciudadana si al menos su padre era también ciudadano. En algunas ciudades como Atenas era necesario que ambos padres fuesen ciudadanos para que su hijo también lo fuese.

Los ciudadanos gozaban de todos los derechos del estado, pero tenían también ciertas obligaciones. En Atenas por ejemplo solamente los ciudadanos podían participar de la política, y solamente ellos podían comprar tierras. Solo en casos excepcionales se permitía a extranjeros comprar tierras, pero nunca participarían en la política. Entre las obligaciones de los ciudadanos estaba defender la ciudad ante el enemigo y participar obligatoriamente en la política.

La situación de la mujer en Grecia era especial. Durante toda su vida estaba sometida a la autoridad de algún hombre (padre, hermanos, marido…). Las mujeres, aunque ellas mismas fuesen ciudadanas, no tenían casi ninguno de los derechos que tenían los hombres. Solamente tenían un papel destacado en la educación de los hijos y en las fiestas religiosas. Había algunos casos en los que la mujer debía pedir permiso para salir de casa. Pero esto era en teoría, pues seguramente en la práctica la mujer podría actuar con más libertad. En el caso de Esparta, por ejemplo, las mujeres recibían educación y podían hacer deporte con toda naturalidad en el exterior.

No ciudadanos libres

Si un individuo no reunía los requisitos para ser un ciudadano, pasaba a una segunda categoría. Eran los periecos (en Esparta, Tesalia, Creta, Licia y algunas ciudades más) y los metecos (en Atenas). En el caso de los periecos, eran individuos de otras ciudades sometidos por una ciudad principal. En Esparta, los periecos eran los que trabajaban en las actividades que los ciudadanos tenían prohibidas: artesanía, campesinado, comercio, etc.

Los metecos, por su parte, eran considerados como extranjeros en Atenas. Tenían algunos derechos, pero no tantos como los ciudadanos. Además, debían pagar tanto los impuestos normales de la ciudad como otros especiales para extranjeros o metecos. No podían comprar tierras, así que se encargaban de la artesanía, el comercio, etc. Sin embargo, sí podían ayudar al ejército ciudadano en la protección de la ciudad y en la marina de guerra.

Esclavos

La situación de los esclavos no era igual en todas las ciudades griegas. En Tesalia eran denominados penestai, y eran desde esclavos asalariados a individuos que podían tener casi tanta riqueza como sus dueños. En el extremo opuesto están los hilotas espartanos. Estos esclavos pertenecían al estado, no a un individuo, y sus condiciones eran pésimas. Se les obligaba a trabajar el campo y eran maltratados continuamente para que perdiesen toda voluntad.

Como negocio, el comercio de esclavos era uno de los más rentables. Los esclavos costaban poco y se obtenían muchos beneficios por su venta. Su número en algunas ciudades, como Esparta, fue incluso mayor que el de los ciudadanos. El esclavo no tenía ningún tipo de derecho, y si pertenecía a una persona, ésta podía disponer de él como si fuese un objeto.

A pesar de que no tenían derechos, no todos los esclavos vivían igual. Había algunos casos raros como los de los hilotas espartanos, pero también había casos en que los esclavos vivían en sus propias casas y ganaban lo suficiente como para poder comprar su libertad algún día. Estos esclavos, una vez habían sido liberados, pasaban a considerarse periecos o metecos.

La economía

A pesar de que en el mundo griego encontramos distintas formas políticas que han llevado a historiadores a pensar en poleis eminentemente comerciales, todos los estados basaban su riqueza en la agricultura. La agricultura era la principal fuente económica, necesaria para que la comunidad subsistiera.

La tierra

La posesión de la tierra daba a la aristocracia prestigio social, al ciudadano le proporcionaba independencia económica y en algunos estados era requisito para ser ciudadano. En otros casos le evitaba tener que pasar por la vergonzosa situación de trabajar para otros o en otra actividad, como reflejan las comedias de la época.

Con el paso del tiempo, el exceso de población y la falta de terreno cultivable dificultaban el abastecimiento alimentario, empujando a algunas ciudades a desarrollar otras actividades complementarias como las comerciales y las artesanales, intercambiando en el exterior sus productos manufacturados por alimentos. También se incentivó monocultivos como la vid y el olivo destinados a la exportación, a cambio de importar principalmente trigo. La Guerra del Peloponeso destruyó estos cultivos, llevando a sus propietarios en numerosas ocasiones a tener que vender sus propiedades, a pesar de que Aristóteles afirmaba que la propiedad agrícola no se podía vender.

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http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/492.htm

La artesanía

La ciudad era el ámbito en el que se sitúa el origen y destino de la actividad exportadora; allí estaban las manufacturas artesanales y, a la vez, era el destino de los productos elaborados más complejos. La calidad de la artesanía mejoró con los contactos externos y con el gusto por la belleza de los griegos, surgiendo talleres especializados en productos para la gente acomodada y sobre todo para la exportación. Pero la mayoría de los talleres se situaban dentro del hogar, eran de pequeño tamaño, y en ellos trabajaba la familia y algún esclavo.

Entre los productos elaborados en los talleres artesanos destacan los cerámicos, presentes en casi todas actividades cotidianas como urnas funerarias, envases, decoración, etc. La cerámica de lujo, como la realizada en el Ática, fue la mercancía principal de la exportación, encontrándose en cualquier punto del Mediterráneo. La artesanía textil realizada en lino y lana alcanzó gran desarrollo, encontrando distintos niveles de calidad desde la utilizada en la vida cotidiana, hasta las telas de lana fina de Mileto o las túnicas de Amorgo.

Las minas eran propiedad del estado, arrendando su explotación a particulares que  utilizaban esclavos para su extracción. Son conocidas las minas de plata del  Laurión en el Ática, de vital importancia para la economía. Los productos metalúrgicos venían fabricándose en el entorno rural ante la necesidad de surtirse de herramientas y objetos para el campo. La Guerra del Peloponeso incentivó la fabricación de armas para la guerra como escudos, espadas, lanzas, armaduras, etc., adquiriendo esta actividad un enorme desarrollo, encontrando testimonios que afirman la existencia de talleres de escudos donde trabajaban ciento veinte esclavos.

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Carpintero de terracota, siglo V a.C.

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http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/538.htm

El comercio

En la Época Clásica, se comerciaba en el ágora o plaza pública de las ciudades. Los agricultores, artesanos y pescadores de la región llevaban sus productos a la ciudad más próxima para venderlos. También había tiendas permanentes donde se vendía productos comprados en otras zonas. Existían además intermediarios, que compraban productos a otras personas y los vendían por un precio más alto. Éstos tenían muy mala reputación entre la sociedad, porque eran de clase baja y porque a menudo ignoraban los reglamentos que trataban de imponer los empleados municipales.

En el siglo V a.C. hacía poco que se había empezado a usar la moneda para las compras, y todavía era muy frecuente el trueque, donde se intercambiaban unos productos por otros. En el siglo IV a.C., ya se utilizaba monedas para casi todas las operaciones comerciales.

Por otro lado, estaba el comercio entre ciudades-estado. Los estados no dirigían el comercio, salvo para asegurar que la población tuviera siempre suficiente cereal. En general, estaba a cargo de ciudadanos privados, que lo realizaban para enriquecerse. Por las muchas montañas que hay en Grecia, era muy difícil comerciar por tierra, ya que el transporte resultaba complicado. Sin embargo, algunos productos tenían que obtenerse del interior a la fuerza, como el mármol.

En la Época Clásica, Atenas era la mayor potencia comercial, y el puerto del Pireo era el más concurrido. Atenas comerciaba por mar con otras zonas del ámbito griego, como Asia Menor, los Balcanes o el Mar Negro, pero también con países más lejanos, desde Egipto hasta Italia. Los productos importados eran muy diversos, desde comida o minerales hasta las manufacturas de lujo.

Para abastecerse de cereales, el estado ateniense aseguraba el comercio con el Bósforo, Egipto y Sicilia. Otras importaciones muy importantes eran el cobre y la madera, que servían para fabricar armas y barcos, y mantener la supremacía de Atenas. El cobre provenía de Chipre, y la madera de regiones cercanas como Macedonia o Tracia.

Atenas también exportaba productos a muchas otras regiones. Entre estos productos había manufacturas, como armas o cerámica, y materias primas de todo tipo, desde aceite hasta plata.

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Dinero y finanzas

A pesar del gran volumen mercantil en la Grecia clásica, ninguna ciudad-estado alcanzó la  categoría de auténtica potencia comercial. Atenas, la ciudad más desarrollada económicamente, tenía un sistema financiero rudimentario e inadecuado. La debilidad de las instituciones financieras, la poca cobertura de las inversiones, y las escasas leyes comerciales internacionales, fueron la causa de que las instituciones de crédito no alcanzaran todo su potencial.

El dinero cumplía el papel de instrumento de cambio, y también de generador de riqueza. Sin esta función de crear riqueza, las actividades artesanales y comerciales de los estados griegos se hubieran contraído aún más. En el comercio marítimo, podía haber préstamos sobre las mercancías o sobre la nave, o bien sobre ambas. Sin embargo, si la mercancía se iba a pique, el prestamista no tenía ningún derecho a reclamar la suma prestada, y lo perdía todo.

Los estados griegos no realizaban un balance general de ingresos y gastos con el que tener una mínima planificación económica, ya que por definición vivían al día. Había contabilidad de ingresos y gastos, puesto que, al menos en los estados democráticos, había que rendir cuentas de ellos. El problema era que esos servicios estaban gestionados por organismos administrativos independientes que no estaban coordinados. Cuando los ingresos superaban a los gastos, lo normal era repartir el beneficio entre los ciudadanos, consumirlo en donaciones religiosas o dedicarlo a gastos suntuarios. Hubo excepciones, como cuando los atenienses descubrieron las minas de oro de Laurión. Entonces, por consejo de Temístocles, en lugar de repartir el beneficio entre los ciudadanos, construyeron una flota que sería la columna vertebral del poderío ateniense.

En el caso de Atenas lo más parecido a un fondo de reserva eran los tesoros de Atenea y de la Liga Ático-Délica en la Acrópolis, de los que en situaciones límite se tomaban préstamos que posteriormente se devolvían con intereses. Ya en vísperas de la Guerra del Peloponeso, Atenas tenía una reserva de 6.000 talentos (unidad de medida equivalente a 26 kg de plata); pero los gastos, sobre todo del ejército, eran muy importantes. Para cubrirlos, la ciudad tenía ingresos directos sobre importaciones y exportaciones, además de los tributos que pagaban los aliados, a lo que habría que sumar los beneficios que daban los arriendos de las minas de Laurión.

Había también impuestos anuales a los metecos, sobre los derechos del puerto, los mercados, o los tribunales. Además estaban los impuestos indirectos sobre las mercancías. En el caso de Atenas era el llamado impuesto de la quincuagésima, que proporcionaba al fisco ateniense unos ingresos de  2.000 talentos anuales.

Más información:

http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/493.htm

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Moneda ateniense, 449 a.C.

Bibliografía

GÓMEZ ESPELOSIN, F.J., Historia de Grecia en la antigüedad, Madrid: Akal, 2011.

GÓMEZ ESPELOSIN, F.J., Introducción a la Grecia antigua, Madrid: Alianza Editorial, 2002.

MANGAS, J. Historia Universal: Edad Antigua I. Grecia,  Barcelona: Vicens Vives, 2004

ROLDÁN HERVÁS, J.M. Historia de Grecia Antigua. Salamanca, Ed. Salamanca, 2005.

 

Nicolás A. García Ingrisano

José Ramón Ortega Calvo

Rubén Ramos Tinte

Borja Zubizarreta Murado